Este tipo de acoso se lleva a cabo a través de los medios electrónicos y sus diversos canales de comunicación por los cuales se pueden enviar mensajes abusivos, ofensivos, compartir imágenes, vídeos o datos personales y hacer esta información pública con el fin de agredir a otro.
Por ejemplo, recibir constantemente mensajes ofensivos, sin razón alguna, a través de diversas redes sociales, por parte de una persona abusiva que pretende hacernos daño verbal y psicológicamente.
El acoso cibernético también incluye aquellas fotografías, mensajes o páginas publicadas en Internet que no se eliminan o dan de baja, incluso después de que se le haya pedido que lo haga a la persona implicada. En otras palabras, es todo aquello que se publica en Internet con la intención de hacer daño, avergonzar o molestar a otra persona.
La intimidación o los comentarios despectivos que se centran en aspectos como el género, la religión, la orientación sexual, la raza o las diferencias físicas de las personas se consideran formas de discriminación, y van en contra de la ley en muchos estados. Esto implica que las fuerzas del orden público podrían intervenir, y los acosadores podrían tener que afrontar sanciones graves.